martes, 15 de noviembre de 2016

Testimonio del Vicario siro-ortodoxo de Alepo


El vicario patriarcal siro-ortodoxo de Alepo, Raban Boutros Kassis, fue herido de bala por francotiradores el pasado 6 de noviembre mientras regresaba a la ciudad en su automóvil por la carretera. Esta experiencia, comenta, significa poder "compartir la cruz de tantas personas que sufren ahora en Siria".

"Doy gracias a Dios que me ha protegido y mantenido con vida", dijo a la agencia vaticana Fides. "Todos los días sufrimos agresiones y atentados, cada día la gente es herida o muere", denunció.

Según indicó Fides, la carretera en la que fue herido Boutros conecta las ciudades de Homs y Alepo y está bajo el control del Gobierno sirio que en las noches la cierra porque los grupos terroristas ponen minas allí.

Los agresores dispararon al líder ortodoxo por la espalda. Tras el ataque, su conductor lo llevó al hospital católico de San Luis de Alepo, donde ahora se recupera de los dos tiros recibidos.

"Estoy feliz de saborear la amargura de la cruz, en comunión con Cristo y con tantas personas inocentes que sufren. Tenemos la certeza de que la muerte no tiene la última palabra, sino que al final está la resurrección", dijo.

Alepo es una de las ciudades más afectadas por la guerra civil en Siria. Sus habitantes están entre el fuego del ejército sirio, los rebeldes y los grupos terroristas.

Los constantes bombardeos han destruido hospitales, centros de suministros, incluso han afectado a los barrios cristianos de la ciudad. El pasado 23 de octubre cayó un misil en el jardín de un convento carmelita que milagrosamente no explotó.

El Arzobispo maronita (católico) de Alepo, Mons. Joseph Tobij, indicó a Fides que la semana pasada los rebeldes y los yihadistas atacaron los barrios controlados por las fuerzas del gobierno sirio. Esta ofensiva ha dejado cerca de 90 muertos.

El 4 de noviembre Rusia concedió la "última tregua" para que los civiles e insurgentes puedan salir de la zona rebelde de la ciudad. Luego de esta tregua se han reanudado los bombardeos.

Mons. Tobij indicó que durante la tregua "algunos civiles querían salir, pero empezaron a disparar contra ellos y su deseo se desvaneció".